Los niños son grandes sabios
Los mejores maestros que podemos tener los seres humanos son los niños pues en ellos se encierra la esencia del instinto.
Si los observamos jugar e investigar proyectos de ciencia improvisada recordaremos toda la sabiduría que una vez tuvimos cuando éramos niños que hemos perdido ahora que somos adultos. Los niños expresan sin temor lo que experimentan y observan con detenimiento todo lo que ocurre a su alrededor.
Aprenden por medio de lo que oyen, ven, huelen, sienten y saborean. Para ellos no existe el pasado ni el futuro pues nada les preocupa.
Un niño come cuando siente hambre, bebe cuando tiene sed, duerme cuando tiene sueño y se queja si algo le duele. Se molestan cuando se les niega algo que quieren pero recuperan su alegría en pocos momentos. A un niño todo lo nuevo los entusiasma, están hambrientos por aprender, no tienen grandes expectativas y se conectan fácilmente con su mundo socializándose con personas, con animales y con amigos imaginarios.
La hipocrecia infantil no existe
No he conocido hasta este día un niño que finja o sea hipócrita para quedar bien. Ellos se comportan tal cual son y no disimulan lo que no les gusta ni hacen lo que se espera de ellos por complacer a los demás.
Copia comportamientos de sus padres sin embargo su comportamiento es auténtico y genuino. Los niños muestran algunas caracteristicas que mas tarde seran parte de su personalidad y su caracter. Unos son más llorones que otros, algunos tienen menos paciencia, otros son más tolerantes y pacíficos.
Algunos niños son más serios otros más risueños, responden a los mismos estímulos de distinta manera y pueden caracterizarse por un cierto estado de ánimo, aún sin tener un motivo específico. Aprenden de sus propias experiencias. Aprenden a ser hostiles, o a ser cariñosos de acuerdo a como ven comportarse a las personas que los cuidan.
Aprenden con mucha facilidad los idiomas, lenguaje corporal, comportamientos sociales y maneras de reaccionar y son grandes imitadores de las personas que son importantes en sus vidas.
Son muy justos y se ofenden desde muy pequeños frente a situaciones injustas y ante castigos que no se merecen. No aprenden la conducta que sus padres esperan de ellos a través del castigo, pero si aprenden a evitar el castigo a toda costa.
Se identifican con ellos mismos
Se reconocen ellos mismos frente al espejo y se dan cuenta que son seres individuales separados de sus padres. Se identifican con la imagen masculina o femenina dependiendo el contacto más cercano que tengan con el padre o con la madre.
Hasta los tres años juegan solos y no les llama la atención jugar con otros niños. Los adultos les enseñan a competir con sus amigos y a ser exitosos y populares en la escuela y eso hace que ellos pierdan su sabiduría innata.
Lo poco que queda del niño, una vez se deja entrenar por el adulto desaparece al mismo tiempo que su inocente sabiduria. Para recuperar su sabiduría después de haber sido entrenado por los adultos tendría que volver a nacer y ser niño nuevamente.
Si eres de las personas que no sabes lo que quieres en la vida y este planeta te parece un lugar inseguro lleno de gente en la que no puedes confiar, observa a un niño, como vive, como siente, como aprende y eso te enseñará a tener confianza y a ser tú mismo.
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