Desorden Bipolar
Este desorden es comúnmente conocido como la enfermedad maniaco- depresiva. Es una condición mental que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Las personas que padecen esta enfermedad sufren de cambios de ánimo drásticos.
Sus comportamientos varían de una depresión severa a una euforia intensificada. Algunas veces estos pacientes pasan por etapas en que ambos estados de ánimos se combinan y colocan a las personas en una situación de desesperación, si no son tratados por un psiquiatra con una terapia apropiada al mismo tiempo que tratados con los medicamentos correctos.
Síntomas
Los síntomas de esta enfermedad incluyen irritabilidad y ansiedad a niveles muy altos. Pueden hacer cosas de las que luego se arrepienten. También las personas que padecen el desorden bipolar tienden a alucinar y ver visiones muy vívidas, las cuales ellos creen que son una realidad.
Algunas veces crean fantasías en su mente tales como tener una relación estrecha con alguien famoso. Algunas veces los pacientes se ponen paranoicos y oyen voces que nadie mas puede escuchar.
Causas
La enfermedad bipolar es causada por un desequilibrio químico en el celebro. El cerebro está formado de billones de neuronas que transmiten la información de una célula a otra. Para que este fenómeno ocurra las células producen dos sustancias básicas llamadas Dopamina y Serotonina. Ambas sustancias juegan un papel muy importante en la función normal de nuestro cerebro y nuestra salud emocional.
Muchos científicos piensan que si los niveles de estas dos sustancias no se producen normalmente en el cerebro humano la enfermedad bipolar puede desarrollarse.
Por ejemplo el exceso de dopamine en ciertas partes del cerebro puede causar síntomas tales como alucionaciones y visiones distorsionadas. Si la dopamine es producida en pocas cantidades en el cerebro, otros son los síntomas tales como falta de energía y de emociones.
Posibles tratamientos
Aunque no hay cura para la enfermedad bipolar, ésta puede ser controlada con terapia y medicamentos. Ambos tratamientos ayudan al paciente a manejar sus estados de ánimo.
Cuando los pacientes se rehusan a recibir el tratamiento apropiado porque los efectos secundarios de la medicina son alguna vez difíciles de soportar, el paciente se comporta muy agitado, agresivo y los episodios de depresión se intensifican a un extremo muy peligroso y bastante riesgoso para el paciente y para sus familiares.
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