4. Culpabilidad
En esta cuarta etapa el sentimiento de culpa se hace presente. Es en esta etapa donde el doliente recuerda con resentimiento las actividades que no se hicieron con el ser querido que se murió y se siente culpable.
La persona se centra en el pasado y se siente culpable por discusiones tenidas con el que ya no está y también se siente culpable por no haber podido evitar que sus ser querido hubiera muerto.
En esta etapa la persona que sufre necesita escuchar a otra persona, amiga, terapista o psicólogo palabras de consuelo que le aseguren que no hay porque sentirse culpable. La persona doliente necesita escuchar, que era designio de Dios, que fue algo que pasó que no se pudo evitar.
Aún después de recibir estos consejos la persona puede seguir experimentando sentimiento de culpa. Lo que se debe hacer es escuchar con mucha paciencia y afecto al doliente para ayudarlo a perdonarse a si mismo. El doliente debe auto analizar la situación y entender que todos tenemos un destino y que no fue su culpa que la persona haya fallecido.
5. Soledad
En esta etapa el dolor se hace más profundo. En esta etapa el doliente está completamente consciente que la persona que una vez formó parte de su vida cotidiana ya no está en este mundo.
El impacto de la pérdida se torna por fin en una realidad irremediable y un sentimiento de pérdida muy doloroso se apodera del doliente. Esta etapa del luto es muy peligrosa, pues el doliente sufre un gran vacío y busca desesperadamente algo con que llenarlo.
Se olvidan por complete las faltas o defectos de la persona que falleció y el doliente idealiza a su ser querido con cualidades celestiales.
Al tratar de llenar el vacío el doliente transfiere las cualidades celestiales del que se fue a otro ser querido buscando reemplazar al que se fue y se puede llenar de sentimientos de odio o de despecho contra la persona a la que las cualidades celestiales fueron transferidas.
El escapar del dolor reemplazando al ser querido por un vicio o por otro tipo de distracción negativa o el idealizar a otra persona que sustituya al que partió no es una buena idea pues sería buscar una forma de escape al dolor. El dolor se debe sufrir sanamente y enfrentarlo para evitar otro tipo de problemas y conflictos mayores.
Es muy importante que los dolientes guarden en sus corazones, mente y memoria al ser querido que se les fue sin tartar de reemplazarlo por nada ni nadie. El doliente debe entender que nada llenará ese vacío más que los recuerdos bonitos que tienen de esa persona.
Los que se encuentran alrededor del doliente tiene que cuidar de la persona en esta etapa y con palabras dulces hacerlos ver sus errores sin criticarlos pero haciéndolos entender que ninguna adicción o sustituto se llevará el dolor que sienten sobre la persona que perdieron.
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