La silla vacía
Uno de los métodos que se usa en la terapia Gestalt es el de la “silla vacía”. Esta silla es simplemente un instrumento para que podamos explorar nuestro interior.
Cuando visitamos a un terapista que utiliza esta terapia, la oficina generalmente tiene una silla en la cual se sienta el terapista, otra en la que se sienta el paciente y una silla extra en la cual no se sienta nadie. Esta silla tiene una función muy importante.
En esa silla está sentada la “persona imaginaria” con la cual queremos hablar para aclarar y expresar nuestro punto de vista por algo que ocurrió en el pasado y que nos hirió y que todavía nos duele profundamente.
Quien se sienta en la silla vacía?
Esta silla estará a unos tres pies de donde nosotros nos encontramos sentados. La persona que decidimos sentar en esa silla nos estará mirando fijamente a los ojos pero no podrá moverse, defenderse o hablar con nosotros.
Hay un innumerable número de personas que podríamos sentar en esa silla, nuestra madre, padre, algún hermano, hermana, amigo, amiga, jefe o alguien allegado con el cual queramos desahogar nuestras emociones.
La clave del éxito de esta terapia, es la interacción emocional que tengamos con esa persona que se encuentra sentada en la silla vacía.
La silla vacía es muy recomendable para aquellas personas que tienen un rencor profundo contra alguien y esa persona por la cual sienten estos sentimientos tan negativos ya murió.
Muchas personas que han sufrido de violaciones sexuales han practicado esta terapia con bastante exito. Sin conocer la cara o recordar el rostro del violador, han podido desahogarse y sentirse redarguidas por el atropello sexual al que fueron sujetas tiempo atrás.
El monologo toma lugar
En nuestra conversación le vamos a aclarar a esa persona porque nos sentimos así y le vamos a expresar nuestros sentimientos y si es preciso, vamos a llorar frente a ella.
“La persona” que está sentada en la silla vacía no podrá debatir lo que le digamos, ni podrá defenderse por supuesto, tendrá que escucharnos de principio a fin, todo lo que tengamos que decir, reclamar o desahogar desde lo mas profundo de nuestro ser.
Sentimientos negativos
Si el individuo que sentamos en la silla vacía nos hace sentir incomodos o con un sentimiento de odio o de rechazo pensemos que esa persona es parte nuestra en ese momento, esa persona es nuestra fantasía y no está sentada realmente frente a nosotros.
La percibimos por lo que la juzgamos y no por lo que la persona es o fué realmente. Pensemos que las dos personas, nosotros y la que sentamos en la silla vacía son un solo sentimiento. Nuestras imágenes, memorias, emociones y juicios que hagamos acerca de la persona imaginaria son nuestros y de nadie mas. Nosotros somos lo que hemos creado en nuestra mente lo que nos perturba y ese conflicto existirá siempre dentro de nosotros hasta que usted no logremos sacarlo fuera de nuestra vida.
Aceptar nuestra responsabilidad
Mientras creamos que el problema está fuera de nosotros y que la persona que está sentada en la silla vacía es la culpable de todo lo que nos pasa, seguiremos llenándonos de amargura y podremos hacer muy poquito por ayudarnos a nosotros mismos. Lo único que podremos hacer es quejarnos y sentirnos frustrados porque estamos haciendo responsable únicamente a la “la persona que está sentada en la silla vacía”.
Lo debemos hacer si queremos sentirnos mejor es tomar responsabilidad y encontrar la solución a nuestros problemas tomando conciencia total de que la silla frente a nosotros se encuentra vacía. Preguntémonos a nosotros mismos que hacemos con culpar a la persona que hemos sentado imaginariamente en la silla vacía. Esa persona no existe y por lo tanto no está dispuesta a ayudarnos. Los únicos que podemos ayudarnos somos nosotros mismos resolviendo los conflictos que críamos internamente.
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