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El problema que sufren muchas personas que han sufrido momentos traumatizantes en su vida, es quedarse estancados en ese pasado doloroso y traer continuamente a su mente las mismas imágenes que no desean recordar pero que no pueden olvidar pues su estado de ánimo y su consciencia se las recuerdan continuamente.
Porque estancarnos en un pasado irremediable
Vivir en el pasado es vivir asfixiado como si estuviéramos sumerjidos en un tanque de agua, por decisión propia sin querer salir hacia arriba para respirar y nadar a la orilla.
Pero la pregunta es: Que hace que las personas conviertan su pasado en un continuo presente? Creen que al masticar una y otra vez esas escenas dolorosas se van a sentir mejor? Creen que no son merecedores de un mejor futuro o de disfrutar un presente prometedor? Porque se resisten a aceptar la visión de un presente mejor o de un futuro que les dará mejores prospectos? Acaso se sienten culpables de dejar ese pasado atrás y seguir adelante con su vida?
En su libro La gran novela latinoamericana, su autor Carlos Fuentes escribe, “el pasado está escrito en la memoria y el futuro está presente en el deseo”.
No es malo recordar, lo malo es revivir las experiencias dolorosas
No es malo recordar eventos del pasado, lo que no es bueno es revivir aquellas experiencias de decisiones erradas o de experiencias malas o de momentos tristes que vivimos algún día pero que han quedado atrás.
No podemos permitir que el pasado se convierta en esa atadura que nos impide disfrutar del presente, porque nos paraliza y nos encadena a través de los malos recuerdos.
La actitud del presente lo cambia todo
Imáginense por un momento una viuda con tres niños que llora a su marido por cuatro años consecutivos, sus hijos, se angustian de ver a aquella madre que no tiene consuelo ni con las alegrías de ver a sus chiquillos crecer y en vez de dar luz a sus caminos, la sombra de su luto les oscurece su diario vivir.
Otro escenario seria, la misma mujer, pierde a su esposo de una manera trágica, lo llora, sufre un tiempo prudencial de luto pero al tiempo se da cuenta que la vida sigue adelante, se matricula en unos cursos para mantener a sus hijos, recibe terapia profesional con sus hijos y superar el luto juntos.
No hay que temer el presente, no hay que temer al futuro porque es incierto, hay que esperar cosas maravillosas y darlas por un hecho antes que estas ocurran. Hay que establecer metas importantes y llenas de visiones positivas para que se plasmen en nuestras mentes antes de que ocurran.
Alguien una vez dijo “Por mirar a un pasado que no volverá, te estar perdiendo mil nuevos caminos por recorrer”
El pasado no se borra, se suelta y se acepta
Este artículo no se trata de como aprender a borrar el pasado, lo que se trata es de aprender a soltar esa carga de pensamientos dolorosos vividos que ya no tienen cabida en nuestra vida. Podemos convertir esos momentos tormentosos que vienen una y otra vez a nuestra mente en experiencias vividas para mejorar nuestra condición de vida en el presente.
La meta es dejar de repetir una y otra vez las mismas escenas que nos hicieron tanto daño emocional para empezar a vivir un presente, sin culpabilidad y sin dolor.
Recuerda el proberbio árabe que dice “saber que lo pasado ha huído, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”.
El “hubiera” no existe
Vivir anclados en el pasado no tiene sentido, porque el pasado es incambiable, es irredemible y es tormentoso hasta que se lo permitamos serlo.
Soltar, aceptar y liberar son las palabras mágicas. Disfrutemos el momento en que vivimos Recordemos que el “hubiera” no existe, tomemos conciencia del momento presente para programar un mejor futuro.
John Lennon, uno de los Beatles de Liverpool, una vez dijo algo muy cierto “algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora”. El pasado no es arreglable, ni con lágrimas derramadas, ni con soluciones para algo que ya pasó, ni con frases como “si yo hubiera dicho o hecho…”
El recordar el pasado, incrementa los estados de angustia, de desesperación, de dolor intenso y de impotencia de no poder regresar a arreglar, algo que ya no existe.
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