Cual debe ser la meta de los padres de familia?
Es una obligación de nosotros los padres el educar a sus hijos y prepararlos para su vida futura.
Educar los hijos no es satisfacer todos sus caprichos y darles gusto en todo lo que piden. Por el contrario, a los hijos hay que enseñarles a renunciar a ciertas cosas que pueden ser nocivas para ellos. No es bueno imponerles nuestra voluntad pero si está bien en ayudarlos a que aprendan a renunciar a las cosas que no les conviene.
Si no les enseñamos a rechazar lo que no les es permitido hacer, no sabrán decir “no” a lo que más adelante les será prohibido. He aquí presentamos las diez reglas de oro para educar bien a nuestros hijos.
1. No!! al mimo excesivo
El exceso de mimos echan a perder a cualquier hijo pues los hijos muy mimados por sus padres sufren mucho en la vida. Crecerán inseguros y su temperamento siempre estará alterado por un motivo u otro. Un niño mimado en exceso, crece de igual manera que el niño que es criticado y castigado constantemente.
Los padres deben mantener un balance entre lo que es brindar cariño a sus hijos para que estos crezcan seguros y lo que es mimarlos excesivamente.
No debemos olvidar que los hombres y mujeres que han hecho huella en este mundo no necesariamente lo tuvieron todo en la vida. Muchos de ellos crecieron soportando privaciones y pruebas y esto los hizo mas fuertes para llegar a ser grandes.
Los niños que reciben todo en la infancia, cuando son adultos son personas egocéntricas que todo lo quieren para ellos.
2. Evitar la ira
Tampoco es bueno el educar a los hijos castigándolos por todo cuando nos llenamos de ira.
Antes de reprender a un niño debemos meditar en nuestras palabras y actuar firmemente pero respetando a nuestros hijos sin hacerlos sentirse humillados con nuestras palabras.
Muchos padres que se dejan llevar por la ira en ciertos momentos en que se sienten frustrados por los problemas, hieren a sus hijos con palabras tales como “Eres un bueno para nada”, “eres la verguenza de nuestra familia”, “eres la oveja negra” “no mereces vivir en esta casa” “te veré pidiendo limosna un día” etc.
Después cuando la ira pasa, los padres se arrepienten pero ya es muy tarde pues las palabras ya fueron dichas, los hijos las escucharon y su autoestima quedó por los suelos. Los padres debemos reflexionar no solo antes de actuar pero antes de hablar también.
Un corazón de niño herido es un corazón lleno de cicatrices que lo marcarán de por vida. Como padres debemos estar concientes de no hablar sin pensar y medir el alcance de nuestras palabras. Todo gesto que hagamos enfrente de nuestros hijos traerá una consecuencia.
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